Retemos la gestión y la comunicación y encontremos nuevos caminos para conversar de sostenibilidad. Los invitamos a generar conversaciones incómodas.
La reputación y la sostenibilidad son dos puntos estrechamente relacionados y esenciales en la gestión empresarial actual. La reputación es, de manera sencilla, la armonía perfecta entre lo que somos, decimos y hacemos. La sostenibilidad, a su vez, aunque aún no es un término para el que exista una definición única o gestión común, también está relacionada con el ser, decir y hacer, pues busca el equilibrio entre los aspectos sociales, ambientales y económicos del negocio, bajo un marco de toma de decisiones adecuado, ético y transparente.
Y no es para menos que la sostenibilidad haya tomado tal relevancia y sea uno de los factores que hoy más influye en la preferencia de una marca o compañía por parte de un ciudadano o consumidor e impacte en la decisión de compra o inversión de muchos. Este boom por lo sostenible ha hecho que las empresas se preocupen por ser cada vez más sustentables y se aseguren de que, dentro de sus estrategias de negocio y comunicación, este sea un pilar clave.
Sin embargo, hay conversaciones incómodas sobre ella, que no todos están dispuestos a dar.
Los retos para que la opinión pública entienda lo que implica para una organización asumir posiciones y cambios sustanciales en su operación, en clave de sostenibilidad, son inmensos, y la gestión de este tema no debe reducirse a decir lo que todos quieren escuchar o a mantener los discursos habituales de rendición de cuentas o de campañas de sensibilización que se han consolidado en la mayoría de las industrias. Como empresas tenemos la responsabilidad de ir más allá.
Además de informar lo que ya se hace -o se intenta hacer-, es necesario generar mayor pedagogía sobre algunos desafíos que cada sector económico tiene en particular. Es claro que una empresa que no es sostenible está condenada a desaparecer, pues, sin lugar a duda, se requieren entornos sociales, económicos y ambientales favorables para operar. Pero, también es importante explicarles a las audiencias lo que no es tan fácil de lograr, lo que implica un proceso paulatino y las razones detrás de ello, de manera que la conversación sea más sincera e incluso nos sumemos todos a una causa más realista.
¿Cómo lograr dialogar con franqueza que, para algunas industrias el plástico es un material que aún no tiene un reemplazo ideal para lograr abastecer a todo el territorio nacional de determinado producto? No es menor que los públicos entiendan el por qué y cuáles son las soluciones que gradualmente se pueden implementar para darle una adecuada disposición, garantizando que el material se pueda reincorporar al ciclo productivo en un modelo de economía circular. O cómo mencionar que la gestión de la diversidad e inclusión va más allá de emplear población LGBTQ+ y, entre otras buenas prácticas, en su alcance se deben adaptar instalaciones, plantas de producción, sedes administrativas y procesos para trabajar con población con diferencias cognitivas.
Cómo hacerle ver al usuario que la responsabilidad de lo que sucede con los residuos no es únicamente de una empresa: se necesita la articulación del consumidor para que separe el residuo de forma correcta; el apoyo de recolectores y asociaciones de recicladores para que lo recojan; la presencia de empresas transformadoras de cada residuo con la suficiente capacidad para que lo adquieran de los centros de acopio, luego lo procesen y lo reincorporen en un proceso productivo; y, por último, se requiere de la demanda, esa que permita generar un mercado para los productos fabricados a base de elementos reciclados y reutilizados para que este ciclo prospere.
Sin duda, la mayoría de las empresas buscan ser cada vez más sostenibles, pero seguir las tendencias y los caminos habituales de gestión y comunicación, a veces es lo cómodo. Lo necesario es abordar temas que nadie más quiere tratar, es encontrar nuevos caminos que nos reten para hablar de frente, es demostrar con hechos reales y tangibles que una apuesta por la sostenibilidad es válida, pero también lo es reconocer los grises que hay en el camino y no satanizar de entrada todas las temáticas.
¡Debemos tener más conversaciones incómodas sobre sostenibilidad!